1) Autoconciencia.
Es muy importante por lo tanto ser capaces de observarnos a nosotros mismos y reflexionar sobre nuestra persona así como ser capaces de controlar nuestras reacciones y emociones. Todo esto nos lleva al conocimiento de nuestros puntos fuertes y de nuestros puntos débiles y de nuestras necesidades y fuentes de motivación.
2) Capacidad de inspiración.
Inspirar es orientar con el ejemplo con todo lo que esta frase conlleva. Como coach debemos animar a asumir riesgos y considerar el fracaso como un mal resultado producto de no adoptar las mejores decisiones.
3) Capacidad de establecer relaciones.
La propia relación entre coach y coachee debe ser todo un ejemplo de dedicación al coachee, donde se potencia la comunicación, la confianza y la sinceridad entre ambos manteniendo siempre un alto grado de confidencialidad en la relación. Es fundamental saber ganarse la confianza y la credibilidad del individuo para poder actuar como inspiración, tal y como decíamos anteriormente.
4) Flexibilidad.
La premisa de un proceso de coaching es que son las prioridades del coachee y no del coach las que deben determinar el rumbo a seguir. Para llevar esto a buen puerto, deberemos por lo tanto ser flexibles y adaptarnos a las diferentes necesidades y personalidades.
5) Capacidad de comunicación.
Ante todo debemos ser auténticos, sinceros y honestos siempre con el objetivo único de ayudar a nuestro coachee. Para ello es fundamental empatizar con él y adentrarse en su mundo y reflexionar desde su propia óptica y no desde la nuestra.
6) Capacidad de mirar al frente.
El coaching no se centra o ahonda en el pasado como puede hacerlo la terapia. El coaching se centra en el futuro mediante el establecimiento de objetivos y planes de acción flexibles. Esta orientación a resultados la consigue a partir del aquí del ahora y únicamente se remite al pasado como herramienta de aprendizaje que nos influye en el presente.
7) Disciplina.
La disciplina es el medio que el coach debe usar para vencer a las resistencias que todo proceso de cambio plantea en los individuos. Esta disciplina no exime de flexibilidad y adaptación a los ritmos del coachee. No obstante es labor del coach el mantener en mente de ambos los objetivos y disciplinar al coachee para que sea capaz de conseguirlos.
8) Gestionar el entorno profesional.
Básicamente se trata de saber si el coaching es la mejor opción en el caso que nos ocupa o de saber si el cambio está dentro del alcance del coachee o no.
9) Diagnosticar situaciones y encontrar soluciones.
Para ello debemos ser capaces de desarrollar nuestra intuición así como nuestro sentido de la investigación y ser capaces de aplicar teorías a situaciones concretas (pasar de lo abstracto a lo concreto).
10) Capacidad empresarial.
Como coach, aparte de vender un producto te estás vendiendo a ti mismo. Desde ese punto de vista es necesario que creamos en nosotros mismos y en nuestro servicio con ilusión y nos fijemos metas ambiciosas que hagan que nuestros objetivos se cumplan.
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